dilluns, 23 de febrer del 2009

Expulsión morisca. Actualmente vemos a este par de palabras como un hecho importante de la historia, y basta. ¿Pero que conocemos sobre esto?
Leyendo algo en Wikipedia, los mudéjares (del árabe muddayan, que significa “al que se le ha permitido quedarse) fueron los musulmanes que residieron durante la Reconquista de la Península Ibérica, y que sufrieron un periodo de cristianización desde el año 1609.
Si miramos atrás tampoco estamos tan lejos de este hecho histórico, al que apenas damos importancia. Y sin embargo es un hecho trascendental, ya que como consecuencia de esta expulsión morisca la Península Ibérica se volvió a cristianizar hasta hoy. De no haber sido así, quizá, ahora en el 2009, leeríamos el Corán y practicaríamos el Islam. Seguramente hay muchos que se escandalizan al imaginarse esta situación imaginaria que acabo de describir, pero es que no somos conscientes que el 31% de la actual población ibérica desciende de los musulmanes. Y esto no es de extrañar, ya que residieron en la Península durante 800 años.
A estos 800 años musulmanes hay que agradecerles las nuevas técnicas de regadío y especies cultivadas, como el arroz y la caña de azúcar, el desarrollo también de cultivos de algodón y lino. La artesanía brindó artículos de gran calidad, como las armas, orfebrería y cerámica. En las grandes ciudades, además del gran desarrollo económico, se produjeron importantes tareas filosóficas, literarias, médicas y científicas. Y lo que más presente tenemos es la arquitectura, de la que se destaca la mezquita de Córdoba, el palacio de la Alhambra en Granada y la torre de la Giralda en Sevilla.
Y a pesar de todo el legado histórico que nos han dejado, seguimos llamándoles moriscos, con tono despreciativo, ya que deriva de la palabra moro, con los que se les emparentaba.